Trying to start again... {Victoria}

Y ahí estábamos, en la Sala que Viene y Va... mientras nos hacíamos camino hacia acá comenzaba a arrepentirme de intentar ser amable con alguien, pero cambiaba de opinión casi al instante al darme cuenta de que estaba mejor pasando el rato con ella que con los para-nada-simpáticos-compañeros-de-casa.

La sala estaba ambientada con todo tipo de instrumentos musicales, desde un triángulo hasta un órgano más grande que mi casa de vuelta en Inglaterra, bueno no... quizás exagero un poco. Giré sobre mis talones para verla con una sonrisa simpática - Ahí está tu piano - le dije, mientras comenzaba a caminar hacia un hermoso piano de cola blanco, el cual sus teclas se tocaban solas, haciendo que su melodía inundara el lugar... la canción que sonaba se me hacía conocida de algún lugar, pero justo en este momento no recordaba el nombre de esta. - A ver, toca algo... - anuncié y volví a mirarla, esperando a que se acercara. De algún modo, esto me recordaba a Jamie, a ella siempre le había gustado la música; además de que era buna cantando y tocando algunos instrumentos, yo por otro lado, era inútil para éso... supongo que lo mío eran las artes plásticas, desde pequeño me había gustado dibujar y jugar con plastilinas y masas flexibles. - Intenta sorprenderme - le dije con esa sonrisa jugetona que ya seguramente comenzaba a molestarla, sin darme cuenta, comencé a morder mi pulgar de nuevo.

Clair de Lune, Debussy... una hermosa canción que lograba ponerme los pelos de punta cada vez que la escuchaba. Sí, podré ser un idiota en personalidad y todo ¡pero no soy un inculto! Tarareaba al mismo tiempo que ella tocaba las teclas de aquel instrumento, por un momento cerré mis ojos sin parar de tararear. Segundos luego, me senté junto a ella con mi mirada clavada en sus manos, observando cada grácil movimiento que estas hacían al pasar por las teclas del piano. Movimientos elegantes y delicados, que a mí me resultaban imposibles de realizar... claro, ¡y es que con lo torpe que soy! ¿qué se podría esperar?

Wow - susurré cuando terminó de tocar, aún mi mirada estaba sobre las teclas del piano, sin embargo, sus manos ya no se encontraban ahí. Lentamente subí la mirada hasta encontrarme con la de ella, me tensé un poco al recordar que no estaba con Jamie, que el rostro que veía era sólo parte de mi imaginación y que en realidad estaba con una chica de Slytherin que recién había conocido. La presencia de aquel sonrojo que hace unos segundos era un robor, volvía a aparecer. Aclaré mi garganta y me erguí un poco, increíblemente no había apartado mi vista de la suya - No, no mucho... - comenté en gesto de arrogancia y con los labios fruncidos, al poco rato volví a sonreirle - Es broma, tocas bien - dije mientras rascaba mi mejilla, sintiendo la calidéz de esta a causa de mi mejor amigo y compañero de toda la vida, el sonrojo, fruncí un poco el ceño por esa razón y volví a dejar mi mano sobre mi regazo.

Comenzó a tocar otra canción, esta sí era totalmente desconocida por mí... me sobresalté un poco cuando los demás instrumentos comenzaron a tocarse por sí solos, ¡soy de los que se asustan fácil! No me juzguen. Me levanté lentamente del asiento y deambulé por toda la sala, contemplado a todos y cada uno de los instrumentos. ¿Qué se sentiría saber tocar uno? Sí, puede parecer una pregunta estúpida, pero hasta el sol de hoy, apenas y sabía sus nombres. Arrugué la nariz, aprender a tocar algún instrumento, fuera el que fuera, llevaba trabajo y éso no era algo que precisamente me fascinara.

Aplaudí desde donde estaba cuando terminó de tocar y sonreí levemente - Bien, ahora sí estoy sorprendido - admití, giré torpemente sobre mis talones y apenas volví a verla, ¡BOOM! mi rostro empezó a arder de nuevo. Fue cuando me dí por vencido, dándome cuenta de que, mientras estuviera con ella, mi rubor no desaparecería por nada del mundo... ni siquiera porque intentara imaginarmela con rostro de un pez. Me llevé la mano derecha cerca de la boca y mordí mis nudillos, observándola con una ceja enarcada - ¿El qué me tomaré mal? - apenas murmuré, sin apartar mi mano de mi boca, haciendo que mi voz sonara como una especie de zumbido extraño.

Mira que tengo dientes y sé usarlos - amenacé en forma de chiste mientras caminaba en su dirección y deteniendome a unos tres o cuatro pasos lejos de ella.

Me tensé cuando se acercó un poco más y por instinto dí medio paso hacia atrás - ¡Hey! Yo no soy el que atacará con preguntas que ''me harán molestar'' - exclamé, de nuevo a la defensiva, dejando de morder mi mano. - ¡Sólo pregunta! Haces que me desespere - me quejé, viendola directamente a la cara esperando a que hiciera algo.

Apreté la mandíbula y aparté mi mirada de ella, ¿cómo iba a responder éso? ¡Ni yo mismo sabía porque me sonrojaba! Seguro era una maldición y con la suerte de tortuga ciega que tengo, yo nací con ella. - No lo sé... sólo sucede y ya - contesté rápidamente y me volví para darle la espalda, evitando así cualquier tipo de contacto visual - No te sientas especial, me sucede con todas y cada una de las chicas que viven en este mugroso mundo - murmuré entre dientes, miraba fijamente al suelo, como si tuviera intenciones de quemarlo con vista. Pocos segundos luego, me erguí y me aclaré la garganta - No me molesté, por si a caso - aclaré, apenas volteando mi rostro para mirarla por el rabillo del ojo.

Me giré estupefacto y con mera incredulidad reflejada en mi rostro al escuchar su desaforada risa. ¿¡Le parecía gracioso éso?! - No le veo lo gracioso... - comenté, observándola con los ojos abiertos como platos y con el ceño fruncido. Bien, cabe destacar que su reacción sí me había hecho molestar... esperaba a que sólo ignorara mi respuesta, a que cambiara de tema, a que continuara tocando su música ¡pero jamás pensé que se tiraría al suelo a reir!.

Gruñí por lo bajo, iba a voltearme de nuevo hasta que la ví apunto de caer de nuevo al suelo. Antes de que su cabeza diera impacto contra éste, me acerqué a ella y la tomé del brazo, tiré toscamente de éste, levantándola y quedando frente a ella - Ése es el karma - continué con una ligera risa - y además, porque eres torpe - solté su brazo, dando de nuevo unos tres pasos hacia atrás, la cercanía física con una persona no me gustaba, y mucho menos cuando se trataba de una chica... creo que después de todo, había nacido para ser el asocial que soy. - Recuerda que puedo usar mis dientes... si vuelves a reir, ya sabes lo que te espera - volví a 'amenazarle? Sí, creo que eso se llamaría amenazarle. - Agh... - me giré otra vez, para darle la espalda y coloqué mi mano derecha sobre mi frente, como si así fuese a calmar el dolor de cabeza que mi rubor causaba... no verla directamente al rostro era, quizá, la única manera de la que podría librarme apenas un poco de ese sonrojo, no desaparecía por completo... pero pasaba a ser un tono más claro y un poco menos notable.

Me giré inmediátamente para verla cuando volvió a hablar, mi torpe sonrojo se incrementó, esta vez no porque la había visto; sino porque me estaba pidiendo que tocara algo. - ¿Yo? ¿Tocar algo? já - solté una risa irónica - Victoria, el ritmo y yo no nos llevamos precisamente ''excelente'' - dije e hice con las manos el gesto de las comillas. A los pocos segundos me sorprendí a mí mismo, dándome cuenta de que la había llamado por su nombre. ''¿Desde cuándo tú llamando a las personas por sus nombres, Francescco?'' me dijo la vocecita estúpida que habitaba en mi mente. - A-además, no sé nada de música - me excusé, mintiendo. Claro que sabía de música, debía admitir que me sentía interesado por esta, pero mi nulo ritmo me hacía inútil para eso. Bostecé y rápidamente llevé mi mano a mi boca, para cubrirla; no tenía sueño, no estaba aburrido... tenía hambre, mucha, no... demasiada hambre. Revisé en mis bolsillos y para mi desgraciada suerte, no tenía nada.

Respondí a su pregunta simplemente negando con la cabeza y murmurando algo como un ''Uhum''. Reí ligeramente cuando ví que ella también había bostezado - Cuidado y te tragas toda la sala - bromeé. Dirigí mi vista al reloj que recién había aparecido y luego la miré de forma acusadora - ¡No es mi culpa que entres en un estatus de posesa cuando tocas! Varias veces te llamé pero nisquiera te dignaste a abrir los ojos - lo último apenas lo murmuré y la miré con los ojos entrecerrados, aún de manera acusadora.

Ladeé la cabeza a un lado fingiendo inocencia y curiosidad - ¿Por qué? ¿A caso te asusta? - cuestioné y reí burlón. - Bajale dos a tu humor, que me pondrás igual después... - dije mirando a otro lado - Uhm, quedan en las bodegas... no es... tan lejos, creo. - comenté y arrugué la nariz mientras me ubicaba. Estabamos en la sala de menésteres... ¿por qué no podía aparecer comida y ya? ¡los dos moríamos de hambre! y la idea de irme a dormir sin cenar antes no me llamaba la atención.

Respiré hondo varias veces intentando calmar la molestia que ahora sentía, ¿que se creía? ¿que por tener sueño y hambre me podía ordenar que hacer?. Sentí como mis mejillas volvieron a arder cuando ella tomó mi muñeca e hizo fuerza para llevarme con ella. Ah, no, no... yo no soy perro como para que me estés arrastrando. Gruní por lo bajo por la actitud que había adoptado ahora, tan dulce que había parecido al principio. - No sigo ordendes de malcriadas - murmuré sin intenciones de que me escuchara. La miré con los ojos entrecerrados cuando volvía a decirme que la llevara a las cocinas, esta vez de una manera menos repugnante. Que irónico que el que ahora se quejaba por las repugnancias era yo. - Así mejor, con mucho gusto, Victoria - sonreí de manera burlona y comencé a caminar para salir de la sala de menésteres, esperando a que ella me siguiera.