... Las Aventuras y Desventuras de Frankie y Victoria...

Estaba sentado en mi cama, jugando con Zukie y viendo de vez en cuando el reloj de mi muñeca. Aquél viejo recuerdo de mi padre, recuerdo perfectamente cuando lo encontré tirado debajo de su cama y me dijo que podía quedarmelo. Esperaba a que se llegara la noche, si bien, había quedado en ir al bosque prohibido -que de prohibido no tiene nada, o al menos así lo creo yo- con Victoria. Sólo esperaba a que sí fuera, no quería ir y quedarme esperando allá a alguien que nunca iba a llegar.

Cuando dieron las siete menos cuatro, salí disparado de la sala común. Ni siquiera me había dado cuenta de que traía a mi serpiente encima, aquel elegante reptil se había enrollado en mi brazo, como apoyo. Sólo bufé al notarla ahí, tranquila y enseñando su bífida lengua a la nada. Quizás era yo que estaba loco, y creía que eso era tierno. ¿Cómo reaccionaría Victoria al conocer a Zukie? Reí burlón al imaginarme un hipotético encuentro entre mi dulce Zukie y ella, aunque también cabían las posibilidades de que se llevaran bien... después de todo, Victoria era una serpiente. Técnicamente hablando.

Salí del castillo e hice mi camino hacia el bosque, la noche, ligeramente iluminada por la luna llena que se asomaba, era decorada por brillantes pero pequeñas estrellas. Desde pequeño imaginaba que el cielo nocturno era un manto oscuro y que las estrellas eran en realidad diminutos hoyos en el mismo que hacían que pasara la luz. Algunas veces, aún pienso que es así.

Caminaba rápido, pero seguro y lo hacía en silencio, pues si Victoria ya estaba allí, quería darle una sorpresa. Habría intentado asustarla, si no fuera porque el que terminaría más asustado sería yo mismo. Ahí estaba, aproximadamente a unos cuatro o cinco metros de donde yo me ubicaba. Sentada en las raíces de un árbol. Seguro y estubo esperando por mucho tiempo. Retrocedí y me acerqué a su lugar por otro camino, de modo que le llegara por detrás. Cuando ya estaba en el mismo árbol de ella, -lo que confirmé cuando la escuché quejarse de mi impuntualidad- dejé a Zukie en el suelo, no sin antes haberle dicho que se acercara a la Slytherin. Apenas me moví, para asomarme por un lado del sauce en un intento de ver algo. Zukie era pequeña, un metro probablemente, su cuerpo escamoso era de un llamativo color verde lima pero no era fina, sino más bien un poco gruesa. No intimidaba a simple vista, pero sus ojos, negros como el azabache dejaban a muchos congelados de sólo verlos... Medusa debí haberla llamado. Lentamente me fui agachando hasta quedar sentado en el frío y algo húmedo suelo, esperando a esuchar un grito o quizás un insulto por parte de Victoria.

¿No se asustó? - le pregunté a la serpiente que me miraba con inocencia y como acto seguido, se arrastró hacia mí hasta llegar a mi zapato. La tomé con increíble delicadeza -increíble porque de mí es casi imposible que algo salga con delicadeza- y esta se enroscó en mi mano izquierda. Me erguí y rodeé el sauce, acercándome a Victoria, quien estaba sentada en la tierra, su rostro expresaba impaciencia, pero para mi gran sorpresa estaba tranquila. Arqueé una ceja al notar que no se me lanzó encima con un montón de insultos por haberla hecho esperar, ¿cuánto? ¿unos cinco minutos?. - Mira tú, sí viniste... pensé que me dejarías embarcado y que tendría que pasear solo por acá, de nuevo - dije, en tono quedo pero igual con burla. - A ver, despabila mujer, ¡que si te duermes no me funcionas! - Sonreí con suficiencia y Zukie no hizo más que enseñar su fina lengua al tiempo que un siseo juguetón la acompañaba. - Espero que no te de miedo la oscuridad -porque a mí sí, y mucho-, porque a donde vamos, ni la luz de la luna llega - dije y di un paso hacia atrás, dándole espacio a ella para que se levantara de su lugar. - ¿Te hice esperar mucho? - pregunté con ensayado interés y luego llevé mi pulgar izquierdo a la boca, comenzando a morderlo instintivamente; Zukie aprovechó y se pasó de mi muñeca a mi hombro, quedándose ahí más cómoda. - Oh sí, su nombre es Zukie y se supone que debió asustarte hace un rato, pero es tan tierna que ni eso puede - las últimas palabras las dije en un empalagoso tono dulzón, definitivamente amaba a este animal. - ¿Vamos? - pregunté y le tendí la mano derecha.

''Cualquiera diría que el Frankie que estaba frente a Victoria en este momento, era otro ser humano, uno completamente distinto al que todos conocían -pero que aún conservaba la mala manía de morder algo-. Este Frankie hablaba mucho y en ninguna de las palabras antes pronunciadas se notaba ese tono burlón y sarcástico que era siempre presente en la boca de aquél otro Frankie. Victoria estaba conociendo el otro lado del chico, el mismo que sólo la profesora Malfoy y su hermana Jamie conocían, el mismo que era divertido e incluso afectuoso. No estaba conociendo al verdadero Frankie, sino más bien a su lado humano.''

Sólo me limité a sonreir cuando llamó a Zukie tierna. Mientras más nos íbamos adentrando al bosque, más iba apretando su mano... por acto reflejo más que nada; la oscuridad es uno de mis mayores temores y mi reflejo es apretar lo que tengo a la mano. Sí, las varitas iluminaban, pero no era lo suficiente como para calmar el crecimiento de mi miedo. Zukie lo percibió y se enroscó en mi cuello, no ahorcándome, sino más bien como un abrazo, si es que así se le puede llamar. - Ya estamos llegando - anuncié, mi pulso era tembloroso por la fuerza que aplicaba en el agarre de la varita. - Y disculpa si lastimo tu mano - giré mi rostro para verla y le sonreí de la manera más torpe posible.

Casi unos cinco minutos más de camino y estábamos ahí, frente a lo que parecía ser una cueva subterránea o mejor dicho, una madriguera. Primero entré yo y al cabo de unos segundos la llamé para que entrara también. Dentro habían varios cuadernos gruesos y de aspecto viejo, algo que tenía aspecto de ser un peluche, un álbum de fotos y algo similar a una lámpara de queroseno. - Puedes sentarte, es seguro - bromeé y me senté en el frío suelo de roca. Encendí la lámpara y quité de mi cuello a mi serpiente, la cual apenas tocó el suelo se arrastró hacia Victoria. - ¡Eh, que me pongo celoso! - finjo molestarme y no logro tragarme la risa. - Uhm, suelo venir acá cuando quiero desconectarme del mundo y hasta ahora ha funcionado... - luego de decir eso, tomo uno de los cuadernos y lo coloco sobre mi regazo - A veces dibujo y en otras ocaciones sólo pienso - me resultaba extraño hablarle con tanta fluidez a Victoria y más de esto, aunque claro, no es para menos... la mayoría de nuestros encuentros se basan en peleas que comienzan por la cosa más tonta y terminan en algo que no tiene nada que ver. Me rasqué la nuca haciendo notar lo incómodo que resultaba para mí abrirme con una persona, después de todo, algún día tenía que hacerlo. No quería que Victoria sólo conociera mi lado burlón y tosco, y supongo que enseñándole uno de mis lugares preferidos de todo Hogwarts era un buen comienzo.

Veía a Zukie fijamente, que se había enroscado junto a todos los objetos que aquí reposaban. Mientras una de mis manos jugaba con el cabello de Victoria enrollando finos mechones en mis dedos y con la otra mano picaba y pelliscaba en juego su mejilla. Podría jurar que mi mente ya se encontraba a unos cuantos años luz de aquí, pues sólo por esa razón era cuando entraba en contacto físico con otras personas por mi propia voluntad, a menos de que la situación lo ameritara con urgencia.

Volví mi mirada hacia el rostro de Victoria cuando su voz resonó y le devolví la sonrisa- Tengo diescisiete, pequeña Slytherin -digo, sin llamarla por su nombre, recordando que cuando nos conocimos le había dicho que no me gustaba.-, aunque pronto cumpliré años. Así que ve pensando en mi regalo -bromeo y continúo jugando con su cabello. Otra de mis manías extrañas, jugar con el pelo de las personas... varias veces cuando despertaba de las micro-siestas que tenía en medio de las clases, me daba cuenta de que había pasado gran parte del rato jugando con el cabello de la chica que se sentaba frente a mí, hasta que se hartó de mí y pidió que le cambiaran de puesto.

- ¿Sabes? tu nombre no me parece feo -río y vuelvo a fijar mi vista en Zukie, que se arrastra de nuevo hacia mí.- Dije eso cuando nos conocimos -agregué para refrescarle un poco la mente. Quizá no se acordaba, pero ¿quién soy yo para saberlo? Ni que leyera mentes.

Entrecerré los ojos cuando dijo que su nombre era hermoso, sin embargo, mi sonrisa seguía intacta.- No diría hermoso, pero bueno... -dejé las palabras en el aire y continué escuchándola. Mis labios se fruncieron casi al instante cuando preguntó sobre mi nombre. Claro, sólo mi hermana sabía que mi nombre de pila era Francescco y no Frankie... odiaba ese nombre, era el segundo de mi madre sólo que ella era Francescca porque... bueno, ella es mujer y, ¡eso no importa! el punto es que definitivamente ella no era alguien que me agradara mucho.

''Sí, sí, sí... ya sé que es mi madre, ¡pero bien que ella apenas sabía que yo era su hijo! y si en realidad lo supiera, pues no me trataba como tal''.

- Si te lo digo tendrás pesadillas -dije rápidamente. Me quedé un rato en silencio. En algún momento ella se enteraría de mi nombre.- Es anticuado y tonto, así que no te burles Victoria-tengo-un-nombre-hermoso. -esto último lo dije con sorna. Suspiré y reprimí una risa antes de dejar una larga pausa de ''suspenso''.- Francescco, así me llamo -sentí como se me encendieron las mejillas al pronunciar mi propio nombre, aunque esta vez sí fue por una razón, vergüenza.- Pero te advierto, que si alguna vez se te ocurre llamarme así ¡mis dientes y tú tendrán un no muy lindo encuentro! -continué pelliscando sus mejillas.- En serio, nunca lo hagas... no podría explicar lo mucho que detesto ese nombre. Quisiera preguntar algo, pero no tengo idea de qué -cambié de tema, puse mi mejor cara de pensativo y por no quedarme mucho tiempo en silencio, solté la primera pregunta que se me vino a la mente- ¿Cuál es tu color favorito? No te quejes de mi pregunta, prefiero empezar con cosas simples. Oh, ¿cuándo es tu cumpleaños? y... -de nuevo, una pausa.- No, mejor dejo esa pregunta para después -arrugué la nariz fingiendo desinterés.

No pude evitar arrugar la nariz al escuchar lo que pensaba de mi nombre.- ¿Elegante? Dices que eso... ¿es elegante? -pregunto sin mirarla, exagerando una mueca de disgusto- es asqueroso, y estoy seguro de que cada vez que alguien lo dice, un animalito muere... y si el que lo dice está cerca de mi entonces un animalito y una persona mueren -digo ''argumentando''. Le devolví la sonrisa que me había dedicado cuando terminó de hablar. La misma que sirvió para bajarle la temperatura a mi rostro.- Y sí, es una combinación extraña... que no hace más que hacerme odiarlo mucho más -agregué y reí irónico.

Sus brillantes ojos estaban clavados en los míos mientras respondía a las preguntas que le había hecho, yo sólo entrecerré los ojos como si estuviese haciendo un esfuerzo en no pestañear.- Esos también son mis colores favoritos, -digo con voz queda y a los pocos segundos abro los ojos con ensayada sorpresa- ¡por las barbas de Merlín! ¡tenemos algo en común! -luego río y arrugo la nariz cuando Victoria me pellizca la mejilla con, si no confundo, cariño.- Oh, no, no... dije que la dejaría para más tarde, además no es más que otra pregunta tonta -digo y hago un gesto con la mano como si estuviese barriendo el aire, para que le restara atención. Zukie se subió por mi brazo hasta mi hombro y se quedó ahí, deslizándose de hombro a hombro.

Sonrío por la manera en que me habla y contengo la risa- Ahora la que amenaza eres tú -hice un puchero, como poniendo cara de niño recién regañado e inevitablemente reí.- No te dejaré con la duda, te diré la pregunta, pero luego... -miré a la nada por un segundo hasta que ella volvió a hablar- ¡Te digo, te digo! pero no vuelvas a sonreir así, me causarás pesadillas -dije evidentemente en broma, relajé el rostro y con la faceta más seria posible solté:- ¿Por qué estamos aquí? -si bien para mí esa pregunta era suficiente, quizá Victoria no entendería a que me refería, continué jugando con su cabello cuando volvió a apoyar su cabeza en mi regazo.- Digo, ¿por qué seguimos frecuentando? nos volvimos amigos, ¿por qué? ¿por qué simplemente no te me dijiste que me alejara de tí? apenas te conocí sabía que no era precisamente de tu mejor agrado... además te molesté demasiado, era eso -todo eso lo dije sin siquiera despegar la mirada de aquel punto invisible que parecía captar tanto mi atención. Escuchaba el zumbido del viento de afuera, lo que me distraía muchísmo más.- no tienes por qué responder... -agregué para evitar un posible silecio incómodo.