Una cena a media noche (Frankie!!)

Cuando llegamos a las cocinas miré de manera desinteresada a los elfos domésticos que se encontraban limpiando y ordenando todo; me parecía raro... las otras veces me venía a esta misma hora ellos nunca estaban. ¿Quién sabe? Seguro hoy se hizo más desastre que cualquier otro día. Hice mi camino hacia uno de los elfitos (?) y le dije con voz suave que teníamos hambre y que si podían hacernos el favor de prepararnos algo; sí, con las criaturas mágicas mi ''otro yo'' salía a relucir. El elfo asintió y comenzó a buscar comida para prepararnos algo.

Me acerqué de nuevo a Victoria, quien para mi sorpresa seguía en la misma posición de antes, su rostro inéxpresivo o al menos eso parecía; lucía pálida, se parecía a mí cuando veía conejos... un escalofrío recorrió mi espalda cuando pensé en ese peludo animalito. Coloqué una de mis manos en su hombro y lo sacudí - ¿Qué te pasa? - pregunté con exagerada curiosidad, la miraba con cara de ''¿y a esta loca qué...?'' mientras esperaba su respuesta.

¿Miedo a los elfos? jamás creí encontrar a alguien que le tuviese miedo a los elfos, ¡y mucho menos a los domésticos!. Pensé en preguntarle el por qué de su terror a estas criaturas, pero preferí no meterme en su problemita; después de todo, a mi no me gustaría que me preguntaran por qué le temo a los conejos y a todo tipo de animal peludo y ''tierno''. La vi alejarse y recostarse contra la pared mientras se dejaba caer. En parte me causaba ternura y al mismo tiempo me hacía sentir más cómodo. Quizás era porque ahora se estaba mostrando frágil o porque comenzaba a caerme bien; no... creo que es la primera opción.

Me acerqué a ella y tomé su mano; lo hice de una manera tan natural que no hubo rastro de algún rubor en ningún momento. Sonreí internamente por ese hecho. Creo que después de todo, no era una persona tan mala... cuando veía a alguien mal, ya fuera porque se les murió su mascota o en este caso, por miedo, era como si un interruptor fuese activado en mí y me hicieran sentir compasión. Evitando a todos los elfos que se encontraban en la gran sala nos dirigí hacia una chimenea al final de esta. Ni ella, ni yo pronunciamos palabra alguna y así fue hasta que uno de los elfos; de apariencia grotesca, cabe destacar, se acercó a mí, avisando que ya la comida estaba lista. Sonreí de manera amable - ¿Podrías traerla hasta acá? Si no es molestia - dije; sí, cualquiera que me conociera me viera en este momento, pensaría que había encontrado a mi gemelo bueno perdido o estaba viendo a otra persona. Incluso mi tono de voz había cambiado; del seco, frío y petulante tono de voz a uno más cálido, suave y simpático. El elfo volvió a los pocos segundos con una bandeja en mano, sobre esta habían dos platos de comida; sonreí agradecido por el gesto y tomé la bandeja. Me acerqué a una mesita de té que estaba a unos escasos metros de nosotros y coloqué la bandeja sobre esta. Me senté en el suelo, frente a la mesita y acerqué uno de los platos hacia mí - ¿Comerás o te quedarás ahí parada? Ningun elfito te atacará mientras comes, tranquila - intenté bromear; mirándola con una sonrisa algo torpe, esperando a que se acercara y se sentara. Claro, no estoy acostumbrado a sonreirle a la gente ¡no me culpen!. - También si quieres podemos sentarnos en el mesón... sólo que acá estamos más lejos de ellos - agregué, obviamente refiriendome a los elfos al decir ''ellos''.

A ver... ¿cómo distraer a alguien de su miedo más profundo? que pesado. Normalmente cuando yo tenía miedo de algo sólo pensaba en otra cosa, me encerraba en mi mundo o cualquier otra tontería; supongo que en mi caso resulta más fácil pues soy de corta atención. - Sólo no pienses que están acá - dije, inseguro. Respiré hondo y comí algo de lo que estaba sobre el plato. Subí mi mirada hasta la de ella, notando que temblaba - Hey, hey, calma... - verla así me alteraba. Coloqué una de mis manos sobre su espalda y la froté en modo de afecto. ''Pero niña, que suertuda nos saliste! Que además de haber conocido al Frankie bueno, también conoces al cariñoso... ¡y en menos de un día!''. ¡Un abrazo de Jamie! Eso siempre me quitaba el miedo, pero esperen... no abrazaré a Victoria, ¡a ver si luego me pega por creer que me aprovecho!

...Tarde, no la estaba abrazando, pero ahora tenía mi brazo sobre sus hombros. Esperen, no es mala idea estar así, como no nos llevamos del todo bien, quizá ella reaccione mal y comience a putearme olvidándose de todos los elfos y comerá malhumorada, ¡mejor eso que nada! - Ahora come, que te traje acá para algo; y no me vengas con que ya no tienes hambre porque bien tuve que soportar tus quejas de mujer menopausica - dije con voz suave, pero igual alto tosco. Sonreí internamente, esperando a que todo resultara como lo había pensado.