Don't get to close, I bite! {Ginerva Waldorf.

Ahí tirado en el suelo, junto a mí, aquella criatura que siempre me acompañaba cada que estaba solo aquí en este mismo lugar, Zukie. La sentía paseándose por mi espalda, mientras yo sólo me dignaba a garabatear en una página y a tararear una melodía a la que no le recordaba el nombre. - ¿Te divierte hacer éso? - pregunté apenas separando los labios al pronunciar las palabras, haciendo que salieran de mi boca como un inentendible susurro, pero como si en realidad importara si una serpiente me entendiera. Dejó de moverse y sentí como se enroscaba aún sobre mí, su frío tacto me refrescó un poco y una risa divertida se escapó de mis labios. - Que cómoda - dije con sorna.
Un cáctus que se encontraba sobre un estante a unos pasos más allá de donde yo estaba comenzó a bailar, avisándome que alguien se acercaba. Gruñí internamente y dejé caer el lápiz que antes tenía en mi mano izquierda - Yay, compañía - apenas murmuré, con obvio sarcásmo. Este era uno de los momentos en los que menos sentía ganas de hablar con alguien o tener la compañía de alguien que no fuese yo mismo o mi serpiente, y tampoco quería actuar como ''el chico bueno'' como me tocó hacer unas cuantas veces esta semana.

Una voz tranquila, suave incluso algo tímida fue lo que captaron mis oídos. Zukie rápidamente se movió hasta llegar a mi cuello y bajar por este mismo para quedarse debajo de mi barbilla, que ahora estaba alzada pués había levantado el rostro en dirección al sofá que tenía a un lado. Un gesto torpe, parecido a una sonrisa se dibujó sobre mis labios, llegando hasta mis ojos y haciendo que estos se entecerraran un poco; todo esto, acompañado por un ligero sonrojo, que gracias a la cálida luz que se colaba por las ventanas, lo hiciera lucir más intenso de lo que en realidad era. - Frankie Lloyd, ella es Zukie - miré a mi serpiente, quien justo cuando la había nombrado, asomó su cabecita y enseñó su lengua, fina y bífida. Moví mi cabeza en dirección a la de mi mascota y deposité un rápido beso sobre esta, ese animalito era el segundo ser viviente al que más le tenía cariño.

Me tallé los ojos y me incorporé, quedando sentado en el suelo, pero enfrentándola. La observaba de manera pesada, quizás un tanto venenosa. La había visto alguna vez por la biblioteca, e incluso aquí mismo, pero jamás me había detenido a dirigirle un 'hola' o algo. Comencé a morder mi labio inferior instintivamente, mirando como mi serpiente se movía lentamente hacia donde Ginerva setaba sentada, yo sólo me limité a verla y a esperar a que no fuera a gritar; bien sabía que a Zukie no le agradaban los ruidos fuertes tanto como a mí.