Era pronto por la mañana, pero yo no podía dormir. No había conseguido conciliar el sueño bien desde hacía unos días, y hoy había decidido bajar para dibujar la salida del sol. Cargada con mi habitual bolso del Desigual Muggle y un estuche con las pinturas básicas y una pluma con tinta para los contornos me bajé hacia el Lago.
Me senté a la orilla, sin importarme mojarme la túnica de Hufflepuff con el rocío que desprendía la hierba a tan prontas horas. Respiré profundamente, oliendo el aire fresco, limpio, tranquilo.
Aquí no vendría ningún Slytherin a meterse conmigo, al menos no era muy probable. Empecé a dibujar el paisaje, recogiéndome antes los cabellos en una coleta de la cual se escapaban algunos mechones rubios en tirabuzones, rebeldes.
Me concentré completamente en ello, abstrayéndome del mundo por completo.
Era increíble que pudiese a llegar a un "olvidiarse del mundo" tal como el que yo alcanzababa dibujando. Simplemente, era feliz con eso, y nadie ni nada podría quitármelo. Ni siquiera tenía ganas de estudiar esta mañana, de hecho, no tenía planes. Lo que ocurriría después no lo sabía nadie.
Probablemente tendría que ir a alguna clase o leer algún libro en la biblioteca. No tenía muchos amigos, la gente no se acercaba a mi, pero todavía no tenía muy claro el por qué. Algunas personas no tenían esos prejuicios, pero otras sí, y, la verdad, se me habían agotado las ganas de seguir intentando hacer amigos. Era misión imposible.