Despejando la mente [Libre]

Estaba caminando atraves de el nevado pueblo. Me encantaba el invierno, todo decorado completamente de blanco de veia realmente magnifico. El unico problema eran las bajas temperaturas, pero eso es algo que se puede soportar, pues realmente vale la pena hacerlo.
Las vitrinas estaban decorados con cientos de artefactos magicos diferentes, y la de Honeydukes con los cramelos de todos los tipos que unos se pudiera imaginar.

Luego pase por la vitrina de la casa del te de Madame Tudipie, en donde vi a una chica de Hogwarts que habia visto anteriormente. Se encontraba sola, y se me ocurrio la idea de entrar un rato a hacerle compañia, al menos hasta que alguien llegara a acompañarla.
El unico problema es que ella era una Slytherin, y esperaba que no fuese algo desagradable el ir a encontrarme con ella.

En fin, no le di mucha importacia a ese asunto y me adentre en el calido interior del local comercial. El aroma fue lo primero que me llamo la atencion, era algo muy agradable... ¿Hierbas? no lo sabia, porque nunca antes habia ingresado.
- ¿Te molesta si te acompaño? - le pregunte a la chica, esperando a aque me respondiese.

Estaba totalmente perdida en mis pensamientos, tanto era asi, que ni siquiera me percate que una chica de Ravenclaw se habia parado frente a mi, hasta el momento en que ella hablo.
Tarde un par de segundos en comprender el significado de sus palabras, y como un gesto automatico, sacudi mi cabeza, con el fin de despejar un poco mis pensamientos.

Me encogi de hombros antes de responder.
- No me molesta para nada, pero no te aseguro ser una buena compañera de tarde - le respondi tratando de dedicarle una sonrisa, pero sin mucho exito.
Hoy no me encontraba de animos para entablar una alegre conversacion con una chica a la que era primera vez que le dirigia unas cuantas palabras.

La mesera finalmente llego y le pedi un te con limos, acompañado de un pastelillo de fresas, luego me dirigi hacia la chica - Hoy invito yo - le dije con un tono de voz mas natural, y una sonrisa que esta vez no fue forzada.
Me percate de que nisiquiera sabia su nombre, y me imaginaba que ella tampoco sabia el mio.
- A todo esto, me llamo Grace - me presente.