¡Deja de desconcentrarme! {Crystal}

Ya hacía rato de que estaba en la biblioteca, aunque en realidad ni sabía porque estaba allí... los libros nunca fueron mis mejores amigos, por decirlo de alguna manera. Supongo que como no había tanta gente que lograra molestarme me sentía cómodo allí pero bueno, para que yo me moleste no hace más que te me acerques y ya te esté gritando y reclamándote. Era de mal genio y lo aceptaba, no orgulloso, pero sí lo aceptaba.

Tenía un libro en mis manos, no tenía ni la menor idea de como había llegado allí y mucho menos sabía de que se trataba pero al parecer ya llevaba rato ''leyéndolo'' o al menos, eso parecía... probablemente solo hubiese pasado las páginas. Ahora que le ponía el ojo encima, me dí cuenta de que hablaba sobre criaturas mágicas - Vaya, que interesante - susurré para mí mismo con un tono sarcástico, sin embargo, seguí leyéndolo por simple aburrimiento más que por cualquier otra cosa. Jugaba con la esquina de las páginas aunque este se quejara, como todo viejo libro.

Por el rabillo del ojo, noté como alguien se me estaba acercando no podría decir con certeza de quien se trataba y fue hasta el momento que habló, que noté que era una chica. ¡Ah, no! de nuevo podía sentir mis mejillas calientes, la sangre subiendo y encendiendome el rostro en un ridículo y muy notorio sonrojo. ¿Qué había hecho de malo para que eso me sucediera cada vez que estaba con una chica? Alcé la mirada y la observé fijamente, pero sin mostrar interés - Haz lo que quieras - dije de forma tosca e inmediatamente bajé de nuevo mi rostro, en un intento de ocultar mi sonrojo. - El gusto es tuyo, Crystal - agregué con algo de chiste pero de forma grosera.

Puse todo mi esfuerzo en poder leer el libro, pero con ella ahí la verdad es que se me hacía imposible y ya hasta comenzaba a frustrarme. Pensé en levantarme e irme a la sala común, pero eso significaría estar rodeado de más personas y en realidad, lo menos que quería en este momento era eso. Agradecía a que nada más ella estaba cerca de mí, de otra manera ya estaría estallando de la molestia. No, no soy asocial o algo por el estilo... solo no me agrada la gente que me rodea. Volví a alzar la vista para verla directamente a la cara, apoyé mi codo sobre la mesa y posé mi barbilla sobre mi mano, hacía todo lo posible por intentar ocultar ese patético sonrojo... aunque todos mis esfuerzos fueran en vano. - Esperas a que te diga mi nombre ¿o qué? - pregunté algo cortante.

Pestañee varias vecess cuando ella se inclino sobre la mesa y por acto reflejo me aleje un poco - No vuelvas a hacer eso - la mire mal y volvi a acomodarme. - Ah, n-no... no estoy sonrojado - claramente menti - e-es... es s-solo que m-me siento mal. Si, eso - asenti con la cabeza, ni el niño más ingenuo se creería esa gran mentirota. Yo y mi orgullo, tenía siempre que salir este a flote. - Pués, bien... porque tampoco pensaba en decirtelo... Slytherin - le respondí de mala gana y la miré con arrogancia.

Reposé mi espalda sobre el respaldar de la silla, de modo que la distancia que había entre ella y yo era más grande. La verdad es que la que teníamos antes no me incomodaba tanto, solo lo hice por mera comodidad. - ¿Qué buscas? - le pregunté, con algo de curiosidad pero con el mismo semblante de desinterés que tenía antes.

Abrí mis ojos como platos al escuchar su respuesta, al mismo tiempo, sentí mi sonrojo se incrementaba, causandome un pequeño dolor de cabeza por el calor causado. ¡¿Y ahora que rayos hacía?! ¡Estaba a tan solo centímetros de mi rostro! Iba a decir algo cuando sentí el roce de sus labios. Al principio no sabía como reaccionar, claro... mis hormonas ya habían despertado. Ahora estaba más que incómodo, la miraba mal... furia, confusión y vergüenza se podía percibir en mis ojos. ''Si las miradas mataran... ella estaría enterrada 8 metros bajo tierra'' pensé.

Arrimé la silla un poco más hacia atrás, volviendo a alargar la distancia. Las ganas de... insultarla, sí, insultarla, se hacían cada vez más y más grandes. - Tienes suerte de que estemos en la biblioteca, Slytherin - comenté de manera tosca, sin dejarla de mirar. ''Buena campeón, eso parece como si tuviese doble sentido'' me reproché y el dolor de cabeza se incrementó, eso no podía significar nada más y nada menos que mis mejillas estaban más encedidas que arbolito de navidad en noche buena. - Vuelves a hacerlo y te quedas sin boca - otro comentario con doble sentido... ''¿¡Qué a caso no podías decir otra cosa, Frankie?!'' volví a reprocharme. Apreté mis ojos e intenté distraerme con algo en mi mente, quizá así ese color rojo intenso de mis mejillas pasaba a ser un simple... rosa fuerte, de modo que mi dolor de cabeza cesaría un poco.

¿Y aún así tenía el descaro de preguntarme éso? - ¡N-no! - respondí, tartamudeando torpemente y volteé a mirar a otra parte. ¡Ah! ¡¿Por qué demonios había hecho eso?! ¡¿Qué a caso no ve que ya de por sí su presencia me incomoda?!... esperen, eso era lo que ella quería, hacerme incomodar, o bueno, al menos eso parecía. - No sabes con quien te estás metiendo, Slytherin... - volví a llamarla por el nombre de su casa, sabía su nombre, otra cosa era que no quería rebajarme hasta el punto de llamarla por este. Me levanté de la silla, y me paré a su lado, acercando mi rostro hasta su oído - Cuidado con lo que dices - susurré cerca de este.

La tomé de la barbilla y la obligué a verme, más bien de una forma muy delicada para mi gusto. Sí, aún estaba sonrojado y ni siquiera me creía capaz de hacer eso. - Agh... como si de verdad provocara arracarte la boca de esa manera - comenté y la solté, apartándome de ella y volviendo a la silla. Solté un suspiro y clavé mi mirada en ella, con el ceño levemente fruncido, esperando su reacción.